Prefacio

Tengo la sensación que para el conjunto de mi generación, las más jóvenes, sin duda, y en parte aquellas que presentan edades superiores,el desencanto con la política nacional es un hecho indiscutible. Este desencanto y desenuentro nace de una vagueza moral e intelectual de quienes en democracia han gobernado España recientemente. Vagueza expresada en el inmovilismo que los dos grandes partidos políticos nacionales, PP y PSOE, han mostrado sucesivamente. Inmovilismo provocada por las rencillas que en tiempos pasados desencadenaron una guerra entre hermanos, y que en el presente evita entendimientos lógicos entre grupos políticos que ni mucho menos están tan separados como quisieran o presumieran los militantes de los mismos.
Estos dos grandes partidos, haciendo apología de tiempos pasados, centran su mensaje político en la clara confrontación con el oponente, por el mero hecho de ser oponente, de ser diferentes; sin atender a razones políticas, filosóficas,... y lo que es más importante, en ocasiones, sin atender la necesidad más apremiante, la de proteger los derechos y representar los intereses de precisamente sus representados. Han utilizado los votos de millones de españoles como arma arrojadiza sobre otros tantos millones españoles; esto, ni existe en la calle, ni entiendo, queremos se encuentre en los órganos de representación.
Es por ello que se debe acabar con este bipartidismo, focalizador del duelo mediático estéril, para avanzar de manera firme hacia una democracia madura y fecunda.
Fecundo sería, la existencia de un grupo político,por qué no el partido indefinido, que recogiera los problemas de gente que vive en España, con la alegre intención de que allá en las próximas elecciones, exista un partido que entre sus intenciones de gestión abunden alternativas de resolución de dichos problemas.

Félix Avelino Martínez Bonilla